lunes, 10 de mayo de 2010

CONTRASTES DE LA JUSTICIA

Los esfuerzos conocidos del Gobierno federal y los estados para abordar la obligación Constitucional de reformar la justicia penal se relacionan más con las formas del nuevo sistema -códigos, oralidad, audiencias públicas-, que con cómo mejorar la eficacia del Estado para atrapar delincuentes.

Se toman como periféricos asuntos medulares, por ejemplo, la necesidad de tener procesos de investigación criminal de a de veras y defendibles frente a la opinión pública.

Robustecer el trabajo técnico del Ministerio Público tiene, además, importancia estratégica. Sólo con MPs profesionales las procuradurías federal y locales tendrán la confianza para ir a presentar sus acusaciones ante el juez y ante la sociedad bajo las reglas del nuevo sistema, sabiendo que esto fortalecerá la confianza social en su trabajo, y no a la inversa.

En las últimas semanas nos ha tocado vivir el contraste entre un sistema de justicia penal que procesa sus casos en lo oscurito, y otro que opera con más celeridad y a la vista de todos.

El primer contraste es el tiempo: acá en 45 días las autoridades no fueron capaces de crear una historia consistente y creíble de lo sucedido, que dejara a la sociedad con la sensación de que estaba frente a una investigación libre de sesgos. La conferencia de prensa de la PGR para "explicar" la muerte de los estudiantes del Tec en el fuego cruzado entre el Ejército y sicarios del crimen organizado, más que generar confianza, disparó nuevas suspicacias.

Allá, 53 horas después de que las autoridades encontraron a un carro bomba en Times Square, la policía de Nueva York bajó del avión y presentó cargos contra Faisal Shahzad, el principal sospechoso del atentado.

Un segundo contraste, que hace todavía menos justificable la lentitud en el trabajo de la PGR, es que de este lado de la frontera la investigación se inicia con una tragedia; la muerte de dos personas inocentes. Las disponibilidad de buen número de informantes alrededor del Tec hacían perfectamente posible una primera versión de los hechos horas después de lo sucedido, pero ni siquiera se intentó.

Allá la investigación arranca con un atentado fallido, por lo tanto la presión social tendría que ser menor.

Probablemente el contraste más sorprendente tiene que ver con el uso de herramientas de investigación. ¿Cuáles son los instrumentos "high-tech" en que los gringos se apoyaron?: ir a preguntarle a la gente de los alrededores.

En la versión del New York Times la policía entrevistó a los ocupantes de 242 cuartos del Marriott Marquis de Times Square y a 92 trabajadores del hotel, hablaron también con los equipos de producción de dos obras de teatro y con vendedores en la calle, para ver si alguno de ellos había visto a alguien dejando la camioneta Pathfinder poco antes de las 6:30 de la tarde del sábado 1 de mayo.

En las horas posteriores a la tragedia del Tec no se vio esfuerzo alguno de las autoridades por entrevistar a testigos presenciales del tiroteo, ni siquiera al estudiante que por Twitter estuvo subiendo a la red en tiempo real lo que sucedía en la universidad.

El último y más importante de los contrastes tiene que ver con la disponibilidad de información: allá 53 horas después de descubierto el carro bomba y una vez detenido el sospechoso, la acusación y las pruebas se presentaron frente al juez y se convirtieron en información pública. De hecho, con esta información se elaboraron las notas periodísticas. ¿Cuál es el problema con esto?, ¿dónde la amenaza de los juicios paralelos?

Siendo la justicia un servicio público es completamente sano que el público y los jueces demanden de sus fiscales historias verosímiles de lo sucedido.

En México el detalle de los hallazgos de la PGR en la investigación en torno a la matanza del Tec no fueron revelados ni 45 días después de los hechos.

Más allá de los cambios de códigos hay barreras mentales que no terminamos de derribar, y paradigmas que no terminan de instalarse, entre ellos: la justicia, o se hace de cara a la gente, o no es justicia.

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